Hay veces en que la vida parece conspirar contra nosotros. Deseamos realizar grandes e importantes cambios en nuestra forma de vivir y trabajar, pero las cosas cotidianas, las menudencias, se acumulan frente a nosotros. “Tan pronto como termine estas cuatro cosas me sentaré y me pondré manos a la obra de verdad”. Pero, naturalmente, ese montón de menudencias crecerán siempre más rápido que nuestra capacidad para irlas reduciendo. La mente humana, condicionada a morirse de miedo ante el verdadero cambio, se ampara en el insidioso y debilitador mañana. “Ya pensaré en ello mañana”.
Amanecer desde el Pico Cabeza del Águila
El pasado fin de semana tuve la oportunidad de compartir una experiencia de ruptura con las cosas cotidianas con Luis, Ana, Amaya, David, Juanra, Grachi, Diana, Beni, Laura y Jesús. Entre las diversas actividades que realizamos hubo una que se convertiría en una experiencia inolvidable… A las 7:50 del domingo, en una especie de mirador, con La Mancha a nuestros pies, esperábamos la salida del sol mientras escuchábamos música de meditación en movimiento. El madrugón mereció la pena. 
El encontrarse a uno mismo y encontrar espacios de reflexión y meditación personal para ponerte en contacto con tus valores y creencias mas profundos es uno de los pilares básicos para encontrar equilibrio, reforzando la parte espiritual. Si uno no está bien consigo mismo, no podrá estarlo con los demás.
Recuerda: rompe con las cosas cotidianas, se proactivo, céntrate en lo importante y no en las menudencias, enfréntate al miedo al cambio y busca espacios de encuentro contigo mismo.
Quiero dedicar este artículo en especial a todos los que compartimos esos momentos de meditación por la confianza que depositaron en mi palabra de que la experiencia merecería la pena y por atreverse a romper con la rutina.

Te invito a unos instantes de reflexión mientras escuchas «Gabriel´s Oboe» de Ennio Morricone.