Una antigua leyenda hindú lo describe admirablemente:

Al comienzo del mundo, después de haber creado al hombre, los dioses se dijeron: <<¿Dónde vamos a esconder el sentido de lo que hemos hecho? Porque si está visible, el hombre lo conocerá y se convertirá en nuestro igual.>>. Uno dijo: <<Escondámoslo en lo más alto de una montaña>>. <<De ninguna manera; el hombre es demasiado aventurero, observará cómo vuelan los pájaros y volará a la cumbre de la montaña>>. <<Entonces>>, dijo otro, <<escondámoslo en el fondo de los océanos>>. <<De ninguna manera; el hombre observará los peces y explorará el fondo de los mares>>. Siguió un largo silencio. Entonces, el más viejo y experimentado de los dioses dijo: <<Si queréis que el hombre no encuentre el sentido del universo, enterradlo en el lugar más próximo a él, donde nunca se le ocurrirá mirar: su corazón>>. Y desde entonces, los dioses esperan a que los hombres se conviertan en sus iguales.

Habitualmente me encuentro en mis sesiones de Coaching con un denominador común: la búsqueda de la felicidad fuera de uno mismo. La búsqueda de reconocimiento, de aceptación por parte de los demás. También el aplazamiento de la felicidad, en lo que se ha venido en llamar el Deffered Happiness Sindrome o Sindrome de la Felicidad Aplazada. Algún día profundizaré en esta curiosa trampa que nos tiende nuestra mente.
 
Pero ¿dónde estoy yo?; ¿cuánto de importante soy para mi mismo? y profundizando un poco más, en un plano espiritual, ¿quién soy yo? y ¿quién soy “mi mismo”?

El ruido que produce nuestra sociedad, las prisas, la contaminación mental a través de los medios de comunicación, las redes sociales, nuestra herencia social, cultural, nuestras creencias, entre otros, hacen que nos alejemos de nuestro ser más profundo, de nuestra esencia. Nuestra mente nos traiciona constantemente retrotrayéndonos a nuestro pasado, donde aparecen los sentimientos de culpa o proyectándonos al futuro, alimentando la ansiedad. La única realidad es la que está sucediendo ahora mismo. ¿Cuándo fue la última vez que te paraste a disfrutar plenamente del momento que estabas viviendo?.
De la misma forma que cuidamos nuestro cuerpo, hoy más que nunca se hace imprescindible el cuidado de nuestra mente. El ser capaces de parar nuestros pensamientos y de reencontrarnos a nosotros mismos. Tomar conciencia que nuestra mente es un instrumento a nuestro servicio y no consentir que se apodere de nosotros.
¿Cuál ha sido la última vez que te has parado y has mirado dentro de ti?. Te imagino pensando: Ya, ¿pero cómo lo hago?.
Te invito a que realices un par de ejercicios muy sencillos:
1º.- Adopta una posición cómoda, tumbado o sentado en una silla, cierra los ojos y centra toda tu atención en la respiración. Si algún pensamiento te asalta, déjalo pasar y vuelve a la respiración. Con 5 minutos será suficiente.
2º- Adopta una posición cómoda, tumbado o sentado en una silla, cierra los ojos y centra toda tu atención en lo que escuchas. Trata de descubrir el mayor número posible de sonidos.
De esta forma, entrenarás a acallar tu mente y a tomar conciencia de la importancia del “ahora”.
Quiero dedicar este artículo a Carmen Sánchez Balsera. Carmen es una excepcional profesional de la psicología que tuvo la generosidad de impartir un taller de introducción a la meditación en el entorno del Club de AntiguosAlumnos del IE de Albacete. De una forma sencilla, práctica y a la vez brillante supo trasladar los principios básicos de la meditación a los que allí asistimos. Desde entonces, dedico unos instantes al día a parar, meditar, centrarme y recuperar energías gracias a sus consejos y me va genial. Muchas gracias Carmen.