Un miembro de un equipo de trabajo decidió no continuar perteneciendo al equipo sin previo aviso. Pasados unos días, el director del equipo decidió visitarle para lo que se desplazó hasta su casa. Era una noche muy fría y el inquilino le recibió y le invitó a sentarse frente a la chimenea donde ardía un brillante y acogedor fuego. Contemplaban ambos en silencio la escena cuando el líder seleccionó una de las brasas más incandescentes y la separó del resto, se acomodó en la silla y permaneció callado. En poco tiempo, lo que era toda una maravilla de luz y color pasó a ser un pedazo de madera muerta, oscura y recubierta de cenizas. La escena discurría en el más absoluto silencio y ambos contemplaban lo que ocurría cuando el líder decidió levantarse para marcharse, pero antes incorporó nuevamente el ascua al fuego que, casi de inmediato, volvió a encenderse alimentado por el calor y la luz de las brasas ardientes en torno a él.  El anfitrión de la casa, antes de que se marchase el líder del equipo le dijo: Gracias por tu visita y por tu hermoso mensaje. Muy pronto estaré de vuelta en el equipo.
Escuché la reflexión que da título a este post a un profesor de un colegio en el que impartía una jornada de lanzamiento de un equipo de trabajo. Algo de razón no le falta, pues no dejamos de ser órganos de los equipos a los que pertenecemos y por tanto formamos parte de ellos hasta tal punto que el equipo no sería el mismo sin nosotros ni nosotros seríamos lo mismo sin el equipo. Nuestro comportamiento, creencias, juicios, valores, emocionalidad y presencia hace que influyamos en los demás, al igual que los demás influyen en nosotros.
Desde un enfoque sistémico, aunque no lo sepas, e incluso aunque no lo quieras, formas parte de muchos equipos, tantos como a los sistemas a los que perteneces (familia, trabajo, vecindario, amigos, sociedad, etc…)
Te sugiero que le eches un vistazo a este video que pone el foco en uno de nuestros principales sistemas…


Y ahora te toca pensar un poco… ¿A qué sistemas perteneces? ¿Cómo influyes con tu comportamiento en los mismos? ¿Qué responsabilidad tienes en lo que acontece en ese sistema? ¿Cómo funcionaría ese sistema si modificas tu conducta dentro del mismo? ¿Qué puedes hacer? ¿Qué vas a hacer? ¿Cuándo?
Quiero dedicar este artículo a mi amigo Juan Gadeo, con quien he tenido la suerte de impartir, en beneficio de una ONG, sesiones de Coaching Sistémico de Equipos y que pronto incrementará su equipo/sistema familiar.