Dice un proverbio sufí: “El miedo llamó a la puerta, salió la confianza y cuando abrió ya no había nadie”.

Escuchaba hace unos días la noticia de la muerte de dos montañeros sepultados por un alud que les sorprendió cuando transitaban por la cara norte de la Sierra del Cadí, quedando sepultados por una capa de nieve de más de un metro de espesor. Lo primero que me vino a la mente fue la excepcional conferencia a la que la tuve suerte de asistir hace unos meses en la que Cathy O´Dowd, la primera mujer que escaló el monte Everest por ambas caras, narraba su experiencia.
Cathy tuvo que superar numerosos obstáculos desde el principio. Comenzando por el inicial escepticismo por parte de la comunidad al hecho de que una mujer pudiera superar ese reto y de cómo la dejaron embarcarse en la aventura para que se consumara el fracaso, pasando por problemas físicos, de material y climatológicos. Cada vez que montaban un campamento base tenían que regresar para aprovisionarse, volver a subir y, desde allí, montar el siguiente. Vieron cómo morían otros excursionistas justo cuando les quedaba un solo día para alcanzar la cumbre.  

Con Cathy O´Dowd

Pero si todo lo anterior fue difícil, Cathy destacaba como la mayor de las dificultades no estaba en el aspecto físico, ni en el material, ni tampoco en la climatología… por encima de todos ellos se encontraba la confianza en las personas que le rodeaban y la confianza en ella misma. El equipo que finalmente alzó la cima había decidido que confiaban en ellos mismos y en sus posibilidades y sabían que juntos lo conseguirían.
Y es que tu capacidad para intervenir en el mundo depende de la confianza en ti mismo, en las personas que te rodean e incluso en el mundo que habitas. Confiar o no confiar es un acto de fe, es un juicio que te haces, una declaración por la que decides que confias y este juicio se basa a su vez en otros tres juicios:
          La Sinceridad: Confias o desconfias en otro en la medida que consideras que es sincero o no lo es.
          La Competencia: Confias en otro en la medida que lo consideras competente para cumplir aquello con lo que se ha comprometido.
          La Credibilidad: Confias en otro en la medida que tus antecedentes confirman que puedes confiar en esa persona.
Rodearte de personas sinceras, competentes y con las que tengas un histórico de relaciones que te hagan enjuiciarlas con la suficiente credibilidad no solo te puede ayudar a conseguir tus metas, sino que determinará en gran medida la confianza que tengas en ti mismo.

Y ahora te toca pensar un poco… ¿De qué personas te rodeas?. ¿Cuánto confías en ellas?. ¿Cuánto de sincero eres con ellos?. ¿Cómo cumples con lo que te comprometes?. ¿Les has hablado de hasta dónde te puedes comprometer?. ¿Cuánto confías en ti?.
Quiero dedicar este Post a mi amiga Domi, quien además de ser una gran profesional y de inspirarme ayer para lo que hoy escribo, es una muy buena amiga y una luchadora que ha decidido que la confianza abra la puerta de todo su potencial y de esa forma encuentre que al abrir el miedo ya se fue.